CONVIVIR SANAMENTE
La convivencia empieza desde la casa. Puesto que, es en la familia y posteriormente en la escuela donde el ser humano, desde temprana edad, empieza su proceso de socialización, es decir aprende a relacionarse y a convivir con los demás.
Por ello tanto los padres como los maestros deberán procurar formar a los niños y jóvenes en el amor, los límites, el respeto, la empatía y la asertividad. El amor como antídoto contra el resentimiento. Pues, los llevará a fortalecer su autoestima, a valorarse como personas, y a valorar de la misma manera a los demás, ya que le mostrará al niño hasta dónde puede llegar, le enseñará a reflexionar y a asumir con responsabilidad sus actos.
El respeto como remedio a la poca tolerancia entre personas le permitirá reconocer, aceptar, apreciar y valorar las cualidades del prójimo y su dignidad. La empatía como prevención de la violencia: el desarrollo de esta habilidad le generará sentimientos de simpatía, comprensión y ternura, aprendiendo a ponerse “en el lugar del otro”.
Y la asertividad, como respuesta ante la incapacidad para resolver conflictos y problemas: esto le ayudará a saber expresar y defender su posición llegando a un acuerdo sin ofender ni hacer daño a los demás.
Cultivando éstos y otros valores estaremos preparando a nuestros niños para una convivencia social pacífica y sin violencia. Y, finalmente, hay cambiar nuestra visión pesimista y conformista; pensemos positivamente, creamos nuevamente que somos capaces de hacer el bien cada vez que nos lo proponemos, redescubramos lo bello que hay en nosotros En fin, demostremos que en nuestros corazones aún hay esperanza de lograr un mundo donde podamos convivir sanamente, un mundo más hermano, más humano… Yo creo que sí, ¿y tú?
Por: Alondra y Karla